“El drama es tan grande que necesitamos la cultura como válvula de escape”

Tras su flamante intervención en la gala de los XXXV Premios Goya celebrada en Málaga, la enfermera manchega Ana Ruiz López, visitó Ciudad Real, invitada por el Colegio de Enfermería para rendirle un homenaje a su paso por la tierra donde se formó como enfermera. Ana, natural de la localidad de Valdepeñas, actualmente reside en Madrid, donde trabaja en el servicio de emergencias SUMMA 112.


P.- Ana, ¿como te sentiste en la Gala?

Nerviosa, halagada, emocionada… pero con las ideas muy claras y pensando: “hoy me pongo este vestido verde, bordado por mi madre con un homenaje a mis raíces valdepeñeras, pero mañana volveré a mi guardia y me calzaré mis botas de acero, mi EPI y tan contenta…”.

PREGUNTA. ¿Cómo te tomaste la propuesta que te hicieron para entregar el goya nada más y nada menos que a la mejor película?

RESPUESTA.- Lo recuerdo perfectamente. Entraba de guardia cuando recibo una llamada de teléfono de Rafael Portela (subdirector de la academia de cine). Yo desde el primer momento pienso que es una broma radiofónica, algo divertido… me dice que durante este último año habían visto mis intervenciones y que Antonio (Banderas) le había dicho que me buscara porque quería proponerme que participara en un evento. Cuando ya me explica que se trataba de entregar un Goya, yo… seguía sonriendo, en ningún momento me lo creía, hasta que le dije: “si esto es una broma le ha salido redonda pero si, de verdad, me estáis invitando a que vaya a la Gala de los Goya, mi respuesta es sí, ¡un sí tan grande como el que dí cuando me casé!”.

P.- Uno de los momentos más importantes de la Gala fue cuando tu pronuncias ese pequeño discurso, -que más que un discurso sonaba a palabras dichas desde el fondo de tu corazón-. ¿Como lograste convencer a los responsables del evento para que te dejaran intervenir con un protagonismo tan destacado dentro de la Gala?

R.- A partir de ahí comenzaron a contactar conmigo diferentes personas del equipo de producción y hubo un momento en que me sentí muy cómoda para pedirle a la encargada que si no le importaba que le enviase unas palabras para decir en el momento en el que yo intervine o que por lo menos, en mi presentación las encaminaran en ese sentido. A los dos días, recibo un email de contestación aceptando mi propuesta sin reservas. Les encantó el texto y a partir de ahí comenzaron todos los nervios…

P.- En apenas dos minutos recuerdas en tu discurso todo lo importante que ha sucedido a lo largo de todo este último año. ¿Tu conexión entre el mundo de la cultura y la salud te está abriendo muchas puertas?

R.- Sí, esto ha sucedido y se me ha dado más voz por la maldita pandemia. La desgracia que estamos sufriendo pone de manifiesto la importancia de la cultura para los pacientes. El drama está siendo tan grande que evidencia otros aspectos que antes pasaban más inadvertidos, como es este de la conexión de la salud con la cultura. Pero en realidad ha ocurrido siempre. Cuando la gente está ingresada en el hospital o convaleciendo en su casa de una reciente enfermedad, no siempre tiene gana de conversar. El paciente quiere descansar, o elige otro tipo de compañía. A mi me consta que ver una película, leer un libro, el arte… son actividades que sanan de tal manera porque te abren ventanas a otros lugares. Te hacen olvidar la vivencia que estás teniendo en ese momento… Por supuesto medicación toda, que es la que cura, pero ese consuelo y esa cercanía que genera la cultura, a mi siempre me ha parecido muy importante y las he integrado de alguna manera en mi trato con los pacientes a los que he atendido.

P.- Leyendo tu libro, la reflexión final que me vino a la mente fue “inspirador”. Cada página es una gota de esperanza que desgranas en pequeños fragmentos en los que realizas un homenaje a la lectura, mediante las numerosas referencias bibliográficas que hacen que el lector desee aceptar las propuestas que tu realizas… ¿esa pasión por la lectura, de dónde te viene?

R.-Yo creo que de siempre. En mi casa siempre he visto a mi padre leer, en casa siempre nos han animado a leer. En el colegio parece que te obligaban un poco, pero el gusto por la lectura siempre lo he tenido. Cuando acabé enfermería y me fui a Madrid a trabajar, me matriculé en antropología social y cultural, solo por mi afición por la lectura. Quería conocer nuevos mundos y siempre elegía las recomendaciones que me daba la gente. Me parecía que me daban un regalo. Ya en Madrid me apunté a un club de lectura, y eso cambió de forma radical la forma de enfrentarme a la lectura, porque ahí tenía “la obligación” de leer otras cosas que yo no elegía y me hicieron abrir un poco más la mente. El intercambio de experiencias de lectura con otras personas a mí me nutría y me hizo que me gustase aun más la lectura.

P.- Y este libro inspirador llamado “libros que sanan vidas” es tu primera obra literaria, ¿es el anticipo de nuevas aventuras literarias?

R.- Yo no soy escritora, soy enfermera, aunque siempre he escrito mucho porque pienso que también es terapéutico. Con este libro quería transmitir un mensaje de esperanza con lo que estamos viviendo. Si este libro ayuda a muchas personas, con que sólo fuese una, ya daría todo mi esfuerzo por bien invertido… sobre si volveré a escribir de nuevo, confieso que es algo que tengo en mente aunque no me atrevo. Yo escribo mucho… hablo mucho, pero también escribo a veces compulsivamente cuando no quiero que se me olviden ciertas vivencias. Sigo escribiendo porque creo que hay cosas que si pueden hacer el bien merecía la pena que fueran contadas… Yo sigo la máxima de Sócrates que decía que todo aquello que uno cuente que sea bueno, que sea verdad y que sea válido. A mi me gusta contar cosas buenas, veraces y que sean útiles para otras personas.

P.- Hay una frase en la página 140 de tu libro que dice: “es difícil asumir que la muerte no es un fracaso…”

R.- Supongo que mis compañeros estarán conmigo, no lo sé… para mi es muy difícil. Yo trabajo en emergencias en un lugar donde peleas mucho contra la guadaña, pero… bueno, también mis creencias me hacen mucho bien. Respeto al que no las tiene o al que las tiene diferentes, pero me cuesta mucho cuando alguien se marcha, no lo puedo evitar. En este libro solo cuento un caso, tan intenso y tan especial que sólo con él recuerdo a todos los seres que han fallecido…

P.- ¿Y cómo es la relación con tus compañeros de profesión ahora que eres más conocida fuera del entorno sanitario?

R.- Me emociono cuando hablo de mis compañeros. Se me llena la boca hablando del personal sanitario. Mi vocación por la enfermería nace de cuando era muy pequeña. Les admiro tanto a todos… tanto a los compañeros de mi décima promoción de la Escuela Universitaria de Enfermería, donde estudié en Ciudad Real, como a mis compañeros del SUMMA 112. Esa labor de equipo que hemos hecho durante la pandemia es algo que te impregna y te enriquece. Siempre digo que vamos en equipo como una bandada de estorninos.

P.- Hoy es día 11 de marzo de 2021. ¿Recuerdas dónde estabas hace 17 años?

R.- Yo estaba saliente de guardia y en la televisión empecé a ver las imágenes, llamé para ponerme a disposición del servicio, entonces trabajaba en el antiguo 061. Estábamos desbordados… en concreto mi labor fue la de sacar sangre con Cruz Roja porque hubo una avalancha solidaria de gente que se ofreció para donar sangre y ahí hicimos todo lo que pudimos…

P.-¿Para ti fue más duro aquello (atentados en los trenes de Atocha) o la pandemia de Covid-19? Porque claro, aquello fue un momento muy duro, pero muy concentrado en el tiempo y esta pandemia es una tragedia que permanece a lo largo ya de muchos meses…

R.- Esta misma reflexión que tú haces, la comentaba con mis compañeros entrando al módulo 5 de IFEMA, para ponerme el EPI. Al final llegamos a la conclusión de que no había comparación posible. Todo es duro. Hasta el fallecimiento de una persona  que no tiene nada que ver con todo esto es igualmente duro… El dolor siempre está ahí y los sanitarios tenemos que estar para consolar, para ayudar, para acompañar… Drama es absolutamente todo en el momento en que no hay salud o hay fallecimiento.

P.- Además siempre has sido una enfermera de trincheras, de las de primerísima linea, ¿porqué te decantaste por la atención de urgencias?

R.-Pero es que todos los sanitarios lo somos de alguna manera. Incluso los compañeros que están en una consulta, en algún momento dado pueden cazar al vuelo una enfermedad y eso es estar en primera linea también… No sé de donde me viene mi pasión por las urgencias aunque yo creo que en el fondo la palabra que lo engloba todo es “CUIDAR”, así con mayúsculas. También te digo, como reflexión final, que somos de lo que nos rodeamos y yo me he rodeado a lo largo de mi carrera profesional de grandísimos compañeros en la universidad, con mis compañeros de la décima promoción y eso te impregna y te hace amar más aquello que estas estudiando y prepararte incluso mejor. Los quiero un montón y no me cansaré de decirlo porque he venido a Ciudad Real muy emocionada a mis raíces. Tengo mucho arraigo con mi gente y acudo a la invitación que me habéis hecho desde el Colegio de Enfermería de Ciudad Real muy agradecida y con mucha emoción.

Vamos a poner aquí un punto y seguido y vamos a visitar aquella escuela universitaria donde tu estudiaste y nos damos un paseo por Ciudad Real para que recuerdes la ciudad en la que viviste y como ha cambiado hasta ahora…. ¿te parece bien?

Fenomenal, me hace mucha ilusión…

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Autores: Ángel N. Velduque

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