Síndrome de cola de caballo

Nos referimos a cauda equina o cola de caballo para hablar de la zona que se encuentra por debajo del cono terminal de la médula espinal y se produce la agrupación de los nervios espinales de manera similar a la cola de un caballo, de ahí su nombre.

INTRODUCCIÓN
A simple vista, para la gente que no tenga conocimiento sobre este tema y tras haber leído únicamente el título de este artículo, podemos llegar a la conclusión de que si lo que queríamos era leer algo relacionado con la salud de las personas, nos hemos equivocado y nos estamos introduciendo en el ámbito de la veterinaria.

Pero no es así, ya que el término cola de caballo o cauda equina hace referencia a una zona anatómica localizada en la zona distal de la médula espinal que se encarga de recibir y enviar información a los miembros inferiores y a los órganos pélvicos.

A través de la revisión  bibliográfica realizada, se va a intentar desgranar el tema y dar a conocer en qué consiste el síndrome al que estamos haciendo referencia.

RECUERDO ANATÓMICO Y FISIOLÓGICO

Como hemos mencionado anteriormente, nos referimos a cauda equina o cola de caballo para hablar de la zona que se encuentra por debajo del cono terminal de la médula espinal y se produce la agrupación de los nervios espinales de manera similar a la cola de un caballo, de ahí su nombre.
 

Así la cola de caballo incluyen las siguientes raíces nerviosas: las lumbares 2, 3, 4, 5, los cinco pares de las raíces sacras y el par de las raíces coccígeas. Estas raíces nerviosas inervan las siguientes zonas:  
           

 
CONCEPTO
 
Son un conjunto se signos y síntomas que se produce por la compresión de las raíces nerviosas de la zona anteriormente mencionada, así dependiendo de la raíz comprimida se verá afectada la zona correspondiente como se ha descrito en el cuadro anterior.

Según el grado de afectación radicular se puede llegar a considerar como una emergencia médica.

ETIOLOGÍA
 
Pueden ser diversas las causas que pueden producir  esta compresión, entre algunas de ellas están: lesión por accidente de tráfico, lesión penetrante, artritis, la existencia de alguna masa, complicaciones por anestesia epidural,… en la mayoría de las ocasiones se produce por un desplazamiento del disco intervetebral (hernia discal) siendo este el que comprime la médula.
FACTORES DE RIESGO
 
Osteoporosis, defectos congénitos (Ej. espina bífida), malformación arteriovenosa, personas propensas a sufrir caídas,  bucear en aguas profundas, viajar en vehículos de alta velocidad, practicar actividades de riesgo.
CLÍNICA
 
Variará según la localización de la lesión y pueden ser bilaterales o unilaterales:
  • Dolor, que suele presentarse de manera aguda y tiende a aumentar con la maniobra de Valsalva  (exhalar aire con la glotis cerrada o con la boca y nariz tapadas).
  • Flacidez en las extremidades inferiores. Incapacidad motora.
  • Arreflexia aquilea y rotuliana, alteración de los reflejos cremastérico (se produce en los hombres cuando la provocar un ligero toque en la zona superior y medial interna del muslo se produce  una leve elevación del testículo del lado donde se golpea) y anal (se produce una contracción del esfínter externo del ano al acariciar la piel o mucosa de alrededor).
  • Cambios sensitivos, adormecimiento, hormigueos.
  • Incapacidad para orinar y/o defecar  o dificultad para retener la orina y/o heces.
DIAGNÓSTICO
 
Lo primero es realizar una buena valoración que incluya:
  • Historia clínica: antecedentes, características del dolor,..
  • Examen físico: pérdida de fuerza, lassege positivo con un ángulo menor de 60º (el paciente tumbado boca arriba siente dolor cuando el examinador le levanta la pierna extendida), alteraciones en la flexión o extensión plantar…
Seguidamente se puede hacer uso de las tecnologías para realizar algunos de los siguientes exámenes y pruebas de imagen: Tomografía computerizada (TAC), resonancia magnética (RMN), mielograma (radiografía de la columna después de introducir un contraste), electromiograma (EMG), pruebas de conducción nerviosa.
 
TRATAMIENTO

Si se produce un cuadro agudo en el que no existe pérdida de fuerza, el tratamiento inicial será conservador, consistente en mantener reposo, administrar analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares.

Ahora bien, si el dolor no disminuye, la debilidad va en aumento y van apareciendo otros signos de mayor gravedad como la pérdida del control de los esfínteres, seguramente la prueba de imagen nos muestre una clara herniación que precise intervención quirúrgica para su corrección.

Actualmente la técnica quirúrgica más valorada para corregir esta lesión es la microdisectomía (se basa en la utilización de microcirugía para retirar el material del disco roto que ha entrado en la médula como el que ha quedado intervertebral), así se consigue aliviar la presión ejercida por los fragmentos en la médula.

Otra técnica similar  a la anterior es la discectomía, se diferencia en que es más agresiva con los tejidos colindantes consiguiéndose el mismo objetivo.

Y también se puede realizar una descompresión espinal para aquellos casos en los que exista estenosis o estrechamiento del canal, eliminando los espolones óseos que puedan comprimir los nervios.
 
RECUPERACIÓN

El grado de recuperación dependerá de la gravedad de los síntomas y el tiempo que han estado los nervios comprimidos antes de su liberación mediante la cirugía. Si antes de la intervención quirúrgica no se han sufrido problemas de retención urinaria, la probabilidad de tener una recuperación completa es mayor.

Ahora bien, si han existido problemas de retención el 20% de estas personas pueden sufrir incontinencia permanente y pérdida de sensibilidad en el área pélvica.

También puede ocurrir que después de la cirugía se mantengan los problemas residuales vesicales, estos suelen tardar algunos meses en resolverse. Para acelerar su recuperación se pueden utilizar métodos de re-entrenamiento vesical, rehabilitación, autosondajes.

El apoyo de un fisioterapeuta puede ayudar en gran medida a recuperar y/o fortalecer las capacidades perdidas.
               
BIBILIOGRAFÍA

  1. Byrne TN, Waxman SG. (2010). Paraplejía y Síndromes de la Médula Espinal. En: Bradley WG, Daroff RB, Fenichel GM, Jankovic J. (Eds). Neurología Clínica. Volumen I: Diagnóstico y tratamiento, (pp 357-368). Barcelona: Editorial Elsevier.
  2. Fajardo-Romero JF, Tomé-Bermejo F, Madruga-Sanz JM: Síndrome de cauda equina secundaria a hernia discal lumbar gigante. Trauma Fund MAPFRE (2012) Vol 23 nº 1:5-9 5.
  3. Izquierdo Rojo, J.M.,  Barbera Alacreu, J. Lecciones de neurocirugía. Servicio de publicaciones de universidad de Oviedo. I.S.B.N.: 84-7468-740-3. D.L.: AS/ 3818-92. Pág: 122-125.
  4. Yusta Izquierdo A., Andrés del Barrio M.T. y Alavena Brou M. Mielopatías. Sección de Neurología. Hospital Universitario de Guadalajara. Guadalajara. España. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Madrid. España. Medicine. 2011; 10(77):5191-9
  5. www.nlm.nih.gov
  6. www.iqb.es
  7. www.ecured.cu
  8. www.escuela.med.pud.cl
 

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Autores: Monserrat Prado Rodriguez-Barbero

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