La lactosa es un tipo de azúcar natural que se encuentra en la leche y otros productos lácteos y para su digestión necesitamos una enzima llamada lactasa, la cual es producida en el intestino delgado, pero cuando éste no produce la cantidad suficiente de lactasa es cuando aparece la llamada intolerancia a la lactosa.
Intolerancia a la lactosa
Las personas intolerantes a la lactosa tienen problemas para digerir la lactosa ya que no producen la cantidad suficiente de lactasa, enzima (fabricada en el intestino delgado), encargada de descomponer la lactosa en azucares más simples más fáciles de absorber a la sangre, (glucosa y galactosa). Es la lactosa sin digerir la que va a pasar al intestino grueso y puede llevar a síntomas digestivos desagradables y por tanto a la aparición de intolerancia.
No hay que confundir la intolerancia a la lactosa con la alergia a la leche. La alergia se da a una proteína concreta llamada caseína. Los productos sin lactosa no pueden ser consumidos por alérgicos a esta proteína láctea.
Las personas tienen diferentes grados de intolerancia a la lactosa, pudiendo la mayoría consumir un poco de lactosa sin presentar síntomas. El problema viene cuando las personas creen que son intolerantes a la lactosa y evitan los productos lácteos no consumiendo suficiente cantidad de calcio y vitamina D, (nutrientes esenciales para el crecimiento y el desarrollo de los huesos), como puede ocurrir en niños y adolescentes en edad de crecimiento en los que es imprescindible su ingesta.
EPIDEMIOLOGÍA
Se desconoce la cantidad exacta de personas con intolerancia a la lactosa, ya que muchas personas tienen síntomas pero no han sido diagnosticadas como intolerantes, otras personas que piensan que son intolerantes a la lactosa no tienen dificultad para digerir la lactosa y otras personas que tienen dificultad para digerir la lactosa no tienen síntomas.
En las personas de raza blanca, con frecuencia aparece en niños mayores de 5 años.
En personas de raza negra suele presentarse a partir de los 2 años.
Es muy común en asiáticos, nativoamericanos y africanos.
CAUSAS DE INTOLERANCIA
La causa de la intolerancia a la lactosa se basa en no tener suficiente lactasa en el organismo para digerir la lactosa. Esta falta de lactasa puede deberse:
- Intolerancia primaria: la más común. Se da en aquellas personas que alguna vez pudieron digerir la lactosa con normalidad. Después del destete se comienza a fabricar menos lactasa. Estos pueden consumir ciertas cantidades de lactosa sin presentar síntomas.
- Intolerancia secundaria: producida por un daño en el intestino como una enfermedad grave, celiaquía, enf. De Crohn.
- Intolerancia congénita: la más rara. Estos bebes no producen nada de lactasa.
SÍNTOMAS
Los síntomas más comunes que indican intolerancia a la lactosa son:
- Diarrea.
- Flatulencia.
- Distensión o hinchazón abdominal.
- Dolor o calambres estomacales.
- Náuseas.
Su diagnóstico no es fácil puesto que los síntomas se pueden confundir con otras patologías, como ocurre con el síndrome del intestino irritable, aunque este además produce estreñimiento.
Ante la sospecha de que una persona sufra intolerancia a la lactosa se le puede pedir que deje de beber y comer productos que lleven lactosa por un tiempo breve y si los síntomas desaparecen esto puede ser lo único que se necesite para establecer el diagnóstico de intolerancia. Pero además hay una serie de pruebas:
- Prueba de hidrógeno espirado: la persona toma una bebida que contiene lactosa, después se mide en intervalos el nivel de hidrógeno en el aliento. Si la lactosa no se digiere se formará gas hidrógeno, por lo que tener niveles altos de hidrógeno en el aliento es un signo de que probablemente tenga problemas de intolerancia a la lactosa.
- Prueba de intolerancia a la lactosa. Consiste en tomar muestras de sangre antes y después de que una persona tome una bebida que contiene lactosa. Después se mide la cantidad de glucosa en la sangre, si los niveles no cambian, podría sugerir problemas para digerir la lactosa. La prueba de hidrógeno espirado es más efectiva que esta prueba.
- Prueba de acidez fecal. Se usa en bebés y niños pequeños. Se analizan las heces para ver si contienen determinados ácidos que se forman cuando la lactosa no se digiere. La existencia de glucosa en las heces también sugiere problemas para digerir la lactosa.
No hay ningún tratamiento que pueda cambiar la capacidad del cuerpo de producir lactasa. Las personas que son intolerantes a la lactosa pueden seguir tomando productos lácteos en la dieta puesto que son imprescindibles para el buen desarrollo y crecimiento de los huesos en la edad de crecimiento, para el fortalecimiento de los mismos en etapas posmenopáusicas…, solamente deben de tomar una serie de medidas para evitar la sintomatología desagradable asociada a este tipo de intolerancia, tales como:
- Utilizar productos sin lactosa. Actualmente hay una gran variedad de los mismos en el mercado. Estos productos tienen la peculiaridad que sí que llevan lactosa, pero se les ha añadido la enzima lactasa, por lo que el disacárido lactosa va a estar dividido en los dos monosacáridos que lo forman, glucosa y galactosa, por lo que la persona intolerante podrá digerirlo con normalidad sin producirle síntomas adversos. Además estos productos tienen mejor sabor puesto que estos dos monosacáridos le dan un sabor más dulce y agradable que la lactosa y aportan la misma cantidad de calcio a la dieta. Están disponibles en cualquier supermercado debidamente etiquetados.
- Quesos duros semidescremados o descremados.
- Usar pastillas de lactasa. Para paliar el déficit de lactasa del organismo y así poder digerir los productos con lactosa.
La intolerancia a la lactosa es una enfermedad crónica con la que en la actualidad se puede convivir perfectamente ya que disponemos de una gran variedad de productos en el mercado con los que se puede llevar una dieta normal, como la de una persona no intolerante, sin que haya un déficit de calcio en el organismo y evitando así las consecuencias que ello tendría sobre todo en el aparato musculo esquelético.
BIBLIOGRAFÍA
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- https://www.nichd.nih.gov/espanol/salud/temas/lactose/informacion/Pages/causas.aspx
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Autores: Ainhoa Plaza Moya