Atención de enfermería ante la agresión sexual en adolescentes

Actualmente, la desigualdad entre hombres y mujeres genera violencia de género sufrida por la figura femenina . La disponibilidad y acceso a una atención sanitaria de calidad es un requisito necesario y positivo para reducir su prevalencia. Con esta investigación se busca formar a los profesionales sanitarios para que sepan actuar ante estas situaciones con la consecución inmediata de su detección e intervención.

RESUMEN
Actualmente, la desigualdad entre hombres y mujeres genera violencia de género aún sufrida mundialmente por la figura femenina independientemente del origen, edad, nivel de estudios o situación laboral. Además, la disponibilidad y acceso a una atención sanitaria de calidad es un requisito necesario y positivo para reducir su prevalencia, no resultando suficiente para su desaparición debido a la invisibilidad asociada voluntariamente por sus víctimas a la violencia de género.
Es en este campo, en el que la enfermería actúa como un agente clave de detección y protección a la víctima al ser la figura más implicada en su contacto directo, cuya correcta involucración profesional implicaría un importante cambio social y de salud pública. El fin de esta revisión bibliográfica es asignar mayor visibilidad a la violencia de género, concretamente a las víctimas de agresión sexual adolescentes, conociendo las repercusiones en su salud biopsicosocial y analizando principalmente el Trastorno de estrés postraumático (TEPT), además de otras asociadas como abuso de alcohol, drogas y suicidio. Por último, con esta investigación se busca formar a los profesionales sanitarios para que sepan actuar ante estas situaciones con la consecución inmediata de su detección e intervención.
 
INTRODUCCION
La violencia de género implica según aprobó en 1996 la Asamblea Mundial de la
Salud una seria, grave y creciente problemática social y de salud pública a nivel mundial, cuyos resultados afectan tanto a las víctimas como a su núcleo familiar, entorno social y profesionales implicados en su atención. Las tasas en las mujeres adultas reflejan una
cifra alrededor de un 13% y un 25%. (1)
 
Resulta posible señalar a más de un 30% de las niñas que han experimentado algún
abuso, al igual que un 13% de las mujeres que han sufrido alguna violación a lo largo de su vida.
 
Del mismo modo, en los Estados Unidos destacan alrededor de un 20% y 25% las
niñas que sufren este tipo de abuso y entre un 15% y 20% de las adolescentes afirman haber sufrido algún tipo de agresión sexual o su intento durante la niñez. La Encuesta Nacional sobre la Violencia contra las Mujeres (NVAWS, sus siglas en la lengua inglesa) demuestra, bajo datos oficiales, la prevalencia de un 51.9% de las mujeres de Estados Unidos agredidas de forma física. Asimismo, señala como una mujer en Brasil sufre una agresión sexual cada 12 segundos. (2,3)
 
MATERIAL
Para la elaboración de este documento se han utilizado un total de 12 fuentes bibliográficas entre las que destacan fundamentalmente la Biblioteca Cochrane o Pubmed, de las cuales se han obtenido un total de 36 documentos, protocolos y procedimientos de Enfermería a revisar.
 
METODO
Se ha realizado una revisión bibliográfica basada en el estudio descriptivo de corte analítico de las modificaciones en calidad de vida de los niños y adolescentes que sufren agresiones sexuales, centrándome en las intervenciones de enfermería eficaces para el diagnóstico y tratamiento precoz de los enfermos que pueden ser aplicadas en las consultas de enfermería de Atención Primaria en Salud. Para la elaboración del presente artículo, se ha realizado una profunda búsqueda bibliográfica y una revisión de todo lo encontrado referente al tema de estudio.
 
RESULTADOS
Como se ha indicado en los recientes estudios y según la OMS, la agresión sexual implica una afectación irremediable en la esfera biopsicosocial de la salud de las víctimas; consecuencias que son de mayor agresividad en la población adolescente. Con el fin de una exposición más clara y sencilla a continuación se presentan los diferentes síntomas que sufre la población de estudio mediante la siguiente clasificación: (4)
 
Repercusiones sobre la salud sexual y reproductiva:

  • Embarazo no deseado, infección del tracto urinario, cronicidad del dolor pélvico, sangrado y fibrosis vaginal, dispareunia, ITS, pérdida de apetito sexual, etc.

 
Repercusiones en la salud psíquica:

  • TEPT.
  • Trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
  • Trastornos psicopatológicos.
  • Pérdida de la autoestima, ansiedad y depresión.
  • Tendencia a autolesionarse y al suicidio.
  • Mayor adicción al consumo de sustancias (alcohol, drogas y psicofármacos).

 
Repercusiones en la salud social:

  • Cambio de domicilio y/o ciudad natal para una mayor protección de sí misma.
  • Aislamiento del contexto social, familiar y laboral.
  • Dependencia económica debido a la pérdida de trabajo.

 
Estas repercusiones suelen perdurar en el tiempo una vez finalizada la situación de violencia. Es por ello que el momento en que la Enfermería debe actuar y detectar  esta patología en cualquier visita o consulta a la que el menor acuda, debe ser lo más inmediato posible para así evitar y subsanar las drásticas secuelas que quedan en el niño agredido sexualmente. (5)
 
DISCUSION
La agresión sexual cambia por completo la vida de la víctima que la ha sufrido, afectando negativamente en su salud biopsicosocial y desencadenando la mayoría de las veces un desequilibrio psicológico. Estas víctimas presentan las mismas particularidades por las que se caracteriza toda situación traumática: (6)
 

  • Aparece súbitamente, sin disponer de tiempo para reaccionar.
  • Es imprevista.
  • Desarrolla secuelas negativas en la salud física, psicológica y social de la mujer.
  • Incrementa su vulnerabilidad al sentirse incapaz de controlar su vida.
  • En función de su gravedad, la resiliencia de la víctima disminuye.

 
Es complejo predecir la primera reacción de la víctima, aunque las dos más características son la reacción de shock, en la que la víctima permanece inmóvil debido al gran impacto que le está suponiendo ese momento, y la reacción de alarma en la que, por el contrario, se enfrenta a la situación mediante el empleo de la fuerza y gritos con el fin de conseguir escapar. Además, su recuperación frente a esta situación no se logra apreciar hasta pasados tres y seis meses, soliendo incrementarse progresivamente. (6)
 
Así mismo, resulta de interés exponer la siguiente clasificación acerca de las fases
experimentadas por las víctimas de agresión sexual:

  • Fase de shock o impacto emocional: reacción inminente de duración variable de minutos a horas en la que surgen emociones negativas como la ansiedad debilidad, incapacidad para asimilar lo sucedido, retraimiento social, etc. (7)

 

  •  Fase de reorganización: reacción a corto plazo de duración también variable de semanas a meses, en la que la víctima revive continuamente la situación cuestionándose el porqué a la vez que manifiesta sentimientos como el temor, la desolación o la rabia, afectando negativamente a su vida diaria. (6)

 

  • Fase de readaptación: reacción a largo plazo en la que la víctima desarrolla una actitud de hipervigilancia, modificando así su estilo de vida anterior. (8)

 
 
Las repercusiones de una agresión sexual se diferencian en función del tipo de agresor. Si ésta ha sido ejercida por un individuo ajeno a la víctima, es más frecuente la aparición de fuerza y violencia con sensaciones de miedo, ansiedad y desconfianza posteriores. No obstante, la violencia desaparece si el protagonista es una persona conocida, especialmente un familiar o tutor legal, ya que es el factor sorpresa el que prevalece. (9)
En esta situación, florece la vulnerabilidad, desconfianza y culpabilidad, siendo probable la aparición de un trastorno depresivo. Por último, la agresión puede desarrollarse por su pareja, normalmente cuando existe una gran diferencia de edad entre el menor y el cónyuge; llegando a sentirse confusa, temerosa, vulnerable y culpable, desencadenando algún trastorno afectivo. (10)
 
CONCLUSIONES

  • El TEPT resulta el trastorno más habitual tras una agresión sexual, en la que los factores sociodemográficos, peculiaridades de la agresión, respuesta emocional y cognitiva, apoyo social y victimización secundaria de sus víctimas determinan su afrontamiento al trauma y su posterior impacto psicopatológico, del cual se deduce la intensidad de la agresión,  siendo en ocasiones de mayor gravedad que las secuelas físicas de la violencia y considerándose la activación continua y mantenida en el tiempo del sistema de defensa  su principal causa.

 

  • Toda la sintomatología asociada al TEPT aparece de forma involuntaria y permanente durante más de treinta días en las víctimas de agresión sexual.(11)

 

  • Los profesionales sanitarios adquieren como máxima prioridad la prevención de todo pensamiento o comportamiento suicida a través de la puesta en contacto con la línea de prevención de suicidios, el 112 o cualquier centro sanitario, dejando atrás el primer mito de éste, el cual consiste en afirmar que el riesgo de esta conducta se incrementa una vez que se hace referencia a ella con el propio suicida, a diferencia de que el TEPT y la presencia complementaria de otros trastornos de salud mental junto con el abuso de alcohol o drogas sí que incrementan notablemente el riesgo de suicidio.(12)

 

  • Las víctimas de agresión sexual adquieren una probabilidad doce veces mayor de pensar o ejercer el suicidio a diferencia de las no víctimas de esta violencia, cuyo apoyo familiar y social con el que cuentan es clave a la hora de alcanzar su recuperación y, por tanto, la evitación de conductas de riesgo posteriores como el suicidio con el único fin de evadir su sufrimiento.(13)

 
BIBLIOGRAFIA

1. Cividanes GC, Mello AF, Mello MF. Revictimization as a high-risk factor for
development of posttraumatic stress disorder: a systematic review of the literature. Brazilian Journal of Phychiatry [revista en Internet]* 2018 octubre; 41(1). Disponible
en:http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S151644462018005007101&lng=en&nrm=iso&tlng=en
2. Krug E, Dahlberg L, Mercy J, Zwi A, Lozano R. World report on violence and health. 1ª ed. Geneva: World Health Organization; 2002.
3. Torrecilla Hernández MD. Estudio de la opinión de profesionales sanitarios sobre la violencia de género [tesis doctoral]*. Murcia: Universidad de Murcia; 2016.
4. Suárez Ramos A, Borrás Pruneda S, Frías Oncina I, Llamas Martínez V, Vizuete Rebollo E.Protocolo andaluz para la actuación sanitaria ante la violencia de género [monografía en Internet]*. 2ª ed. Sevilla: Junta de Andalucía, Conserjería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales; 2015. Disponible en: http://www.ipbscordoba.es/uploads/Documentos/2017/protocolo_violencia_genero_2015.pd
5. Pacheco, E. Garrosa, E. López, J, Robles I. Agresión sexual. Atención psicosocial en
emergencias. 1ª ed. Madrid: Síntesis; 2012.
6. De la Cruz Fortún, MA. Factores predictores del impacto psicopatológico en víctimas de agresión sexual [tesis doctoral]*. Madrid: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; 2017.
7. Cuevas A, Pinilla F, Barrios M, Gómez PI, Vásquez R, Cárdenas M, Pardo F, Urrego Z, Ángel E, Cuervo S, Macana N, Espitia M, Torres PJ, Botia L, Hernández LM, Arboleda MC, Girón A, Pacheco J, Rúa LH, Reyes A. Protocolo para el abordaje integral de la violencia sexual desde el Sector Salud [monografía en Internet]*. 1ª ed. Bogotá: S.A; 2008. Disponible en: http://www.comunidad.org.bo/assets/archivos/herr
amienta/8a6536113070bf1e1f506fa1e2dba3f1.pdf
8. Alonso Lupiáñez, J. Atención enfermera a la sexualidad de las mujeres que han sido víctimas de violencia sexual. Musas [revista en Internet]* 2017; 2(2). Disponible
en: http://revistes.ub.edu/index.php/MUSAS/article/view/vol2.num2.6/21993
9. Zurbano-Berenguer B, García-Gordillo MM, Liberia-Vayá I. Las violencias contra las mujeres. En: García Gordillo MM, editora. Calidad informativa y violencias contra las mujeres. 1ª ed. Sevilla; 2018. p. 11-18. 
10. López Baissón C, Inglada Pérez L. Estudio estadístico sobre violencia de género. Pensamiento Matemático [revista en Internet]* 2017; 7(1). Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6000067
11. Scott KM, Koenen KC, King A, Petukhova MV, Alonso J, Bromet EJ, Bruffaerts R, Bunting B, De Jonge P, Haro JM, Karam EG, Lee S, Medina-Mora ME, Navarro-Mateu F, Sampson NA, Shahly V, Stein DJ, Torres Y, Zaslavsky AM, Kessler RC. Post-traumatic stress disorder associated with sexual assault among women in the who World
Mental Health Surveys. PMC [revista en Internet]* 2018 abril; 48(1). Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5896282/
12. Ferrer C, Delgado A. A systematic review of PTSD measures. Paramerican Journal of  Neuropsychology [revista en Internet]* 2018 enero -abril; 12(1). Disponible
en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6359505
13. American Psychiatric Association. DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. 5ª ed. Madrid: Panamericana; 2018.
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Autores: Mª Inmaculada Vaquero Torres

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